Pues el sábado con mi mujer me pasé por el Club, a ventilar un poco y echar un par de birras, la cuestión es que cerramos y bajamos con el coche hasta la avenida de Conquistadores.
Había montón de gente aparcando para bajar a la playa, es casi verano y el personal empieza a abarrotar el pueblo, lo de todos los años, colas hasta para ir a cagar, prisas y catetos de ciudad dando porculo, un mal que hay que sufrir por el bien de la economía del pueblo, que vive en gran parte gracias al turismo, no siempre de calidad.
A lo lejos veo a dos señoras en bici, de estas de paseo, una de ellas en mitad de la calle, en paralelo a la otra, al irnos acercando se ve que son polletonas, de cincuenta tacos para arriba, le pito para que se eche al lado y que tenga cuidado por si al pasar no se espera el coche.
Pues no veas la Gozzila de turno como se puso, solo entendí un par de gruñidos, le pité otra vez y la tipa, cuyo culo rebosaba por ambos lados de la bici, sin quitarse de la línea central de la calle berreaba cual berraco en día de matanza, las pasé y les dedique con todo mi amor un dedo tieso que todos podéis adivinar.
Unos cientos de metros y ya viéndolas por el retrovisor, la finura personificada, sequía por el centro de la calle tan ancha, -Bueno- pensé, -Ya le tocará lidiar con la morlaca a otro, igual con un poco de suerte le pasa por encima el Séptimo de Caballería, con indios y todo-.
¡Que ilusión, ya tenemos aquí el verano!...
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