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miércoles, 21 de junio de 2023

Cuando Daniel Boone iba en Harley.

 Sería a principios de los 70,s, y tendría el que suscribe unos ocho años, resulta que mi abuela nos regaló por reyes a mi primo y a mí unas sendas Harleys como de un palmo y medio de grandes, rojas , con su manillar su motor cromado y a horcajadas en su asiento se sentaba un Daniel Boone también de plástico, al que podías descabalgar, pero quedaba con las piernas en la misma postura que sentado, vestido con su típico gorro de mapache, su vestimenta de cuero marrón de flecos y su recia barba.

Claro está, para dos niños de la transición, aquello era un pedazo de regalo, aunque no llevara pilas, luces ni mando a distancia ninguno, disfrutábamos como micos. 

Vivía entonces, en la calle Recinto Sur, nº 56, en Ceuta, un viejo edificio de dos plantas, con cuatro viviendas abajo, una escalera en el centro que subía a una azotea corrida, donde miraban al mar otras cuatro puertas de otras tantas viviendas, donde ocho familias vivíamos y los hijos de todos jugábamos y nos conocíamos. La azotea de arriba estaba rodeada por un muro que hacía las veces de baranda, desde donde se dominaba el mar Mediterráneo, con sus esplendorosos amaneceres allá por la izquierda y a la derecha se veía cabo Negro, ya en Marruecos.

Un día que al vecinito de al lado, mas pequeño que yo, le había visitado un primo suyo de la misma edad mas o menos, en un descuido mío agarró la moto y la tiró por el muro y calló con estrépito en el patio de los vecinos de abajo, donde vivían mis tíos. Como un resorte me levanté y miré hacia abajo. Allí estaba la moto hecha añicos, por supuesto que lloré y salieron las madres de los niños a ver que pasaba, le dieron al niño una bronca monumental y me dijeron que no me preocupara, que me comprarían otra moto. Conforme quedé, al ver que no todo estaba perdido.

Como una semana después, mi vecina me dijo que me pasara por casa de su hermana, que ya me había comprado otra moto. Yo fui todo contento a por mi nueva moto, que aquel enano salvaje me había destrozado, llegué al piso, toqué al timbre y la madre del niño me entregó al fin un paquete, sospechosamente mas pequeño de lo que yo recordaba mi moto Harley, "¡Abrelo!", me dijo, quité la envoltura y me quedé atónito, pero no precisamente de alegría, me pregunto si me gustaba, dije que si por educación y seguidamente dije adiós y volví sobre mis pasos para casa.

La nueva moto era claramente mas pequeña que la de Daniel Boone, de carreras, con un piloto tumbado sobre el depósito, rocillas dobladas y pies retrasados, en posición de ir a gran velocidad y todo era una pieza plástica de colores chillones, andaba por medio de un motorcillo de inercia, con una pequeña rueda interior de metal pesado, que al deslizar las ruedas por el suelo, coge cierto impulso y anda unos cuantos metros por el mismo giro de ese mecanismo, mas de uno habremos tenido algún juguete de esos de motor de fricción.

Yo echaba de menos a mi Harley, mas grande, roja y mas bonita, con su aguerrido piloto vestido de cuero, una horterada, todo sea dicho, pero para un niño de los 70,s era la ostia.

En ese mismo momento nació mi aversión hacia las motos tipo "R" o de carreras y mi afición por las custom. Mucho mas tarde, en los ochenta, cuando ya tenía novia y empezaron a venderse en España las primeras Viragos o Shadows, (Las Harleys eran como unicornios, se sabía que existían pero nadie las veía), pues cuando veía una de estas bellezas aparcadas en la calle, un impulso irracional me hacía pararme, y mirarlas desde todos los ángulos, aquella pose de medio lado, manillar ancho, con sus cromados, escapes bien a la vista, horquillas largas y faros pequeños, con pinta de chico malo, me fascinaban.

No fue hasta un par de décadas mas tarde que no pude comprarme una moto, pero siempre me acordaba de aquel Daniel Boone en su gran custom roja, incluso tuve una Harley de verdad, pero amigo que me lees, eso, eso es otra historia. 



miércoles, 7 de junio de 2023

La antigüedad es un grado.

 Casi nunca hablo de mi Club, pues suelo mantener alejadas mis cosas personales y forma de pensar de él, donde entre otras cosas, somos un par de decenas y cada uno con sus ideas y forma de ver la vida, pero sí hay cosas que nos atañen a todos y además algunas me tocan los cojones. Me explico.

Llevamos ya doce años como Club, una cifra mas que aceptable, viendo lo que duran otros en la provincia, sus actividades y su presencia en eventos y concentraciones. No, no es fácil mantenerse y el que está en un club lo sabe, hemos visto nacer y desaparecer numerosos clubes, algunos irrumpiendo como elefante en cacharrería, otros nada mas empezar con cientos de socios, con sedes grandes, concentraciones multitudinarias y que ahora o son una sombra de lo que fueron, o simplemente desaparecieron. 

Es por eso que hay que ser humildes y respetar a los demás, no es la primera vez que por ejemplo quieren pisarnos la fecha de nuestro aniversario, que como digo está mas que institucionalizada, por gente que lleva dos días con ayer en esto de los clubes, recuerdo hará unos cinco años unos que se cabrearon por que era su primera fiesta y querían que la cambiáramos, ante nuestra negativa se fueron de malos modos y caras largas, creo que no llegaron a los tres años de existencia y nosotros seguimos aquí.

Otro año un club de patines de Mazagón también se mosqueó por lo mismo, coincidencia de fechas, ¿Qué coño tendrán que ver los patines con las motos?, parece surrealista, pero no, total, esos duraron menos.

Ahora resulta que otro club que lleva meses creado en la provincia, nos pisa el día del evento, también llamaron para si podíamos cambiarlo, os podéis imaginar nuestra sorpresa y posterior contestación.

En fin, hay algo que se llama antigüedad, todos tenemos sitio y cabida en esto de las motos, pero hay que respetar a los que llevan mas tiempo y si alguien es mas nuevo, pues se jode y cambia la fecha, lo mismo que hicimos nosotros cuando empezamos.

Habrá gente que vaya a su fiesta y otros a la nuestra, sinceramente creo que nos afectará poco, pues tenemos a nuestros "Hooligans", la gente que nos quiere y que son fieles amigos, que no se perderían nuestro aniversario por nada del mundo y otros que tirarán para el otro lado. 

¿Quién saldrá mas perjudicado?, os podéis imaginar.

En fin, les deseo lo mejor, pero hay ciertas normas de cortesía que hay que respetar, nosotros las seguimos, el resto.... ellos sabrán.