Pues si, trabajé en la época dorada de los bazares en Ceuta, cuando los "Matuteros" y "Paraguayos" inundaban nuestras céntricas calles los fines de semana. Empecé a currar en Bazar Villatoro donde el Paseo de las Palmeras, en Enero del 82, con 16 años recién cumplidos. Me metieron en la trastienda, que por lo visto había sido una antigua vivienda, con habitaciones hasta el techo de estantes metálicos con todo tipo de mercancías. Había un tipo allí con un mostrador improvisado, consistente en una tabla sobre cajas de radio cassetes, donde me enseñó a empaquetar y poner cordeles a todo tipo de mercancías, desde radios de coches a colchas o mantelerías chinas. A los aparatos electrónicos se les quitaba la caja y el porexpan , se envolvían en papel y se ataban con el cordel, para poder transportarlos mejor, así me pegué varios días, preparando pedidos sin parar, pues se vendía de todo y en cantidad, porcelana, mecheros, radios, condones, wisky, relojes, cámaras de fotos y todo lo que te puedas imaginar. Luego me enseñaron la clave de los precios y empecé a trabajar de cara al público, en un mostrador donde entrábamos seis personas, literalmente codo con codo.
El público que entraba allí no era precisamente selecto, en cuanto llegaba el barco, entraban como una jauría, corriendo y empujando, en pocos segundos la tienda estaba llena hasta la calle y no eran raras las discusiones por quien había llegado primero. Muchos eran clientes habituales, los llamados matuteros, que venían casi todos los días, para revender las mercancías que les encargaban en la península, procuraban venir cuando los turnos en la aduana les eran mas propicios, famosos eran los Guardias de la aduana apodados "Baretta" y "Caracortá", eran temidos por esta gente. Los fines de semana llegaban también excursiones de Sevilla, Jaén , Huelva o Córdoba y no era raro el sábado que no acabábamos a las cinco o seis de la tarde. Luego estaban los camiones de mercancías, que subíamos al almacén por una puerta a la derecha de la fachada, era la parte de arriba de la vivienda, con una maldita escalera estrecha y empinada, donde subíamos a pulso cientos de cajas todas las semanas, algunas de porcelana que medían casi un metro cúbico y casi no cabíamos por la dichosa escalera
Por allí pasaron varios compañeros, los mas antiguos, Paco, Miguel, Fernando, Mohamed y su hermano Laarbi y mas tarde Pepe, Isidro. Había mucha camaradería y tengo buen recuerdo de todos ellos.
Luego estaba el jefe, Fernando, tenía una cualidad buena y unas cuantas malas, empecemos por la buena, era trabajador, lo que se viene a llamar un "Fatiguita", vivía por y para la tienda, llegaba el primero y cerraba a las tantas. Por lo demás, era desagradable de puertas adentro claro, maleducado, rancio y miserable y sobre todo era un explotador. Estaba prohibido estarse quieto, aunque no hubiera nada que hacer, te metías en el almacén y vaciabas los estantes pera reordenarlos por tamaño, talla o color, lo que fuera y que no te viera parado, por que se lo llevaban los demonios. Incluso los días de mal tiempo que no venía casi nadie o el barco no había salido por el levante, mientras en otras tiendas estaban igual charlando o viendo la tele, allí no, no podíamos parar. Un tipo que nunca tuvo una palabra agradable o de aliento con nosotros, un agradecimiento o un buen gesto, ni siquiera podías salir a la cafetería de al lado a tomar un triste café.
En fin, espero que todo lo que ganó lo haya disfrutado, yo fue salir de aquel agujero infecto y empecé a prosperar, tras cuatro años y medio trabajando allí, una semana antes de casarme y con la invitación entregada, me despidió, me vino bien, en pocos meses trabajé en otro lugar donde en un mes les tripliqué los clientes y empecé a cobrar el doble que en esa tienda. Donde el lema era, "Se sabe cuando se entra pero no la hora de salida".
Los únicos recuerdos buenos es con los compañeros y no, no todo tiempo pasado fue mejor, en Ceuta se ganó mucho dinero, pero los que doblamos el lomo, no nos enriquecimos, mas bien nos sangraron empresarios con pocos escrúpulos, que ahora igual van de seres respetables.
En los noventa empezó el declive de todo aquello, el precio abusivo de los barcos, una aduana que estrangula el paso de mercancía y la bajada de precios en la península, hicieron que la vaca dorada de los bazares se fuera muriendo poco a poco, ahora la gente prefiere pasar a Gibraltar, donde los ingleses, mas avispados que nosotros si luchan por lo que consideran suyo, mientras en nuestra ciudad, políticos paniaguados, votados por el mismo pueblo aborregado durante años y años, ven como el comercio que se desvió hacia Marruecos, es estrangulado por el Mohamé cada vez que le da la gana.
Total, años de prosperidad que no volverán y tampoco se ve voluntad para que vuelvan.