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sábado, 3 de junio de 2017

Reflexión del día. El campo no perdona.

Ayer me dice mi mujer que si íbamos al Mercadona de Moguer, como estoy libre y el escape del coche lo arreglé con éxito, pues sobre las siete de la tarde nos vamos para allá. Bajamos al aparcamiento, que te abre la barrera y te da un papelito para una hora de estacionamiento. Pillamos un carro, ascensor y para arriba, nada mas abrirse el mismo, es como viajar a algún punto de Africa, todo tipo de razas, colores e idiomas, salpicado de gente del este.

Bueno, vamos a comprar, aquello a tope de personal y por los pasillos era casi imposible circular, yo me quedo en un sitio estratégico, mientras mi mujer va pillando cosas y las pone en el carro, a eso que aparecen dos vigilantes, con las camisetas de sus sobrinos, marcando brazos y pechuga, y me miran raro. Siguiente pasillo, misma estrategia, para no ir dándole con el carro al personal que abarrotaba el comercio, yo me quedo en un extremo y la mujer a lo suyo, y otra vuelta de los vigilantes que me vuelven a mirar, siguiente pasillo y lo mismo, creo que los chavales, pues eran jovencitos, dieron lo menos treinta vueltas, y yo pensando, joder, con el personal que se ve por aquí, que alguno va vestido como un yijadista suicida y se tienen que fijar en mi, yo que siempre voy vestido de forma "Sobria y recatada", y mi cara irradia bondad y buen royo.
En estas que llegamos a la sección de jamones y embutidos, aquí estaba muy despejado, ni un moro, ni un negro, no se que tendrán los jamones que son un buen repelente, y por supuesto mis amigos los vigilantes.... y ya que nos vamos a pagar, cuando vamos para la cola, vemos a un negro de al menos uno noventa de alto con una túnica plateada, no gris, si no plata, le digo a mi mujer: !"Ostias, el cantante de Boney M, verás como se pone a saltar y dar volteretas", resultó que no que era otro que iba a comprar, el cabrón daba un cante impresionante, todo plateado y con sus gafas de sol de montura blanca. y ya que nos toca sacar las cosas del carro, ahora los chavales vigilantes, se habían cansado de dar vueltas y estaban frente a nosotros con los brazos cruzados y muy atentos a mis movimientos, llenamos de nuevo el carro, pagamos y al ascensor sin novedad, igual en el Mercadona tienen en algún escondido sótano, una foto mía para que sirva de advertencia para futuras generaciones.

En la entrada al ascensor una señora de mediana edad, con su carro en primera linea, yo pienso que si nos ponemos los dos igual, el que suba no podrá salir, entonces me pongo a un lado y efectivamente, sale gente y la tipa esta ni se inmuta, la gente sale por el hueco que yo he dejado y cuando el ascensor esta vacío, entro, por supuesto la tía en un acelerón, se metió, no fuera a ser que le quitaran el sitio. Y claro, la gente que esperaba detrás, tres personas , una de ellas embarazada con su carro de la compra, se tiene que esperar al siguiente, entre que bajamos y vuelve a subir, menos de un minuto de reloj, y va y salta la tía, "Aquí cabe otro carro mas, que antes entraron tres y no pasaba nada", la embarazada la miraba sin muchas ganas de meterse ahí apretada, y la tía insistiendo"Que si chiquilla, que cabéis todos, que antes se han subido tres carros", yo ya un poco hasta las pelotas por que me quería ir le digo "Claro que cabemos, ¡Haciendo el pino!", y mientras hablaba, yo dándole al botón de bajada, mi mujer le pregunta a la embarazada: "¿A que no quieres subir?", claro la otra no quería apreturas con la barriga, y yo que seguía dando al botón de bajada, aquello ya tomaba visos de surrealismo, en un golpe de suerte se cierra la puta puerta y empezamos a bajar. Claro, la señora no podía mantener el pico cerrado, "¡Que haciendo el pino nada, que aquí entran tres!", que si patatín que si patatán y yo con cara de pocker y asintiendo con la cabeza, como cuando hablas con un zumbao, se abre el ascensor y esta sale como un búfalo en celo, y llegaba una ancianita con bastón y todo, le pregunto "¿Señora va usted a subir?", me contesta que si, y como me dieron una educación a la antigua, espero que entre para que no se cierren las puertas, me da las gracias y nos vamos a descargar al coche.

Cuando te dan la factura, viene un código de barras para poder abrir la barrera, nos ponemos a la cola de salir del aparcamiento y delante tengo dos coches, el primero el de la garrula del ascensor, y primera cagada, su papel no abre la barrera, en estos momentos es cuando me planteo que el Dios que anda por ahí arriba, ha de ser un hijoputa muy irónico, se empieza a formar cola detrás nuestro, se baja del coche restriega el papel por la pantalla y nada, y la cola mas grande, le digo a mi mujer "Oye, el karma existe", nos ponemos los dos en plan meditación zen a esperar acontecimientos. La tía hecha una furia dale que te pego al papel y al botón del interfono, dando voces,que si ella había cogido el ticket, que si la culpa del cajero que la había atendido, que si tal y pascual, allí a voces y haciendo aspavientos, y la cola cada vez mas grande, el de delante nuestra en un alarde de inconsciencia le dice que se eche a un lado y que deje salir a los demás, la tipa después de varias vueltas mas hecha una gárgola, al fin se convenció que gritando no iba a levantar la barrera, todo el mundo dando marcha atrás para permitir que la cateta pudiera maniobrar. Así que se fue con sus muertos a ponerle al cajero la cabeza como un bombo y yo pensando, que si este engendro tendría marido, y que pobre criatura, tener que soportar a semejante acémila campestre, por aquello de que el campo no perdona.

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