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domingo, 16 de abril de 2017

No olvides de donde vienes.

Reflexión del día.

En Facebook he leído un comentario de mi amigo Angel el Bollo, esto me ha hecho recordar cuando era un crío. He de confesar que nací en Sevilla, le pilló a mi viejo currando allí, vivíamos en un patio de vecinos típico sevillano, concretamente en el hueco de la escalera, en una pequeña habitación de alquiler, los recuerdos son muy vagos, era demasiado pequeño. Cuando tenía cuatro años, se mudaron a Ceuta, su tierra natal y allí me crié. Recuerdo que nos mudamos a la barriada del Sarchal, una casita muy pequeña de dos habitaciones , la primera era salita, cocina y comedor, todo en uno, en la segunda nos apiñábamos todos, mis padres, mi hermana y yo, junto a la cama, litera, armario y un baúl. No había agua corriente, solamente un grifo para toda la barriada, donde las mujeres llenaban garrafas de plástico para usarlas en casa, por supuesto que no había duchas ni cagadero, era como en el oeste, un cuartillo de ladrillo que construyó mi padre al lado de casa, con una cortina, y dentro un cubo de plástico, que luego había que tirar abajo, en un vertedero que daba a la playa. El baño era los sábados por la tarde, en un barreño de chapa, se calentaba el agua en el fogón y se usaba el mismo agua para los dos hermanos y otra olla con agua limpia, para enjuagarnos.
Mucho mas tarde pusieron un gran depósito de uralita, el cual llenaba un camión cisterna militar, una vez a la semana, al cual estábamos conectados varios vecinos. Eramos una familia muy humilde, que no pobres, en la mesa nunca faltó un plato de comida, ni la ropa, aunque la mayor parte de las veces, era de segunda o tercera mano y regalada. Para ir al colegio, mis padres pusieron siempre todos los medios, y tenía que recorrer andando un par de kilómetros de ida y otros tantos de vuelta todos los días con la cartera a la espalda.

Hasta que no tuve ocho o nueve años, que nos mudamos a otra casa, no tuve agua corriente, aunque solo unas horas por la mañana, un inodoro donde sentarme, una pequeña bañera de escalón y una cama para mi solo, aunque compartíamos una de las dos habitaciones de la casa. No fue hasta los veinte años que pude tener una habitación para mi solo, en otra vivienda, donde aún sigue viviendo mi madre.

El que me conoce, sabe que tengo los pies en el suelo, cuando miro atrás y veo como he vivido, valoro mucho mas lo que tengo ahora, que por cierto no me ha caído del cielo, ha salido de mi esfuerzo, ganado con sudor, sangre y a veces lágrimas amargas. Me dicen que soy muy crudo en mi forma de hablar, y por ende, de escribir, pero me reconcome las entrañas, ver cuanto gilipollas hay suelto queriéndome dar lecciones de mierda, de lo que es la vida, de cual es mi ideología o que tengo que decir. Cuando algún cantamañanas me viene con lecciones de manual recitado, miro hacia atrás y recuerdo de donde vengo, cuales son mis comienzos y lo que me ha costado llegar aquí, entonces lo mando a la mierda con todas las letras.

Que eso, nunca reniegues de tus orígenes, gracias a ellos, eres lo que eres, pues yo ni reniego, ni olvido los míos, no se si seré el mas bueno o el mas malo, pero sé de donde vengo.

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