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jueves, 31 de enero de 2019

Ley de protección de datos.

  O como llegar a un grado de idiotez superlativa, sería el enunciado.

El pasado día ocho de enero, pues me hicieron abuelo por segunda vez, claro está el tal Murphy siempre lo tiene que poner de tal forma que toque los cojones en el asunto, o sea, que en vez de tenerlo a las cinco de la tarde, se puso de parto a las dos de la mañana y vino al mundo a las seis, lo único bueno es que coincidió que tenía libre en el trabajo, pero ese no es el asunto, contaré mas o menos como se desarrolló todo al llegar con mi mujer al hospital.

  Nos llama mi hija al teléfono en casa, nos vestimos y pitando para el Hospital, llegamos como decía antes sobre las dos y media de la mañana, entramos a recepción y había una señora hablando con el que estaba allí sentado y junto a él, una señora con cara de palo de escoba.
    Pasamos y decimos buenas noches, como está mandado, obtuvimos silencio como respuesta, el tipo atendía a la mujer que estaba antes, pero la tipa no se dignó ni siquiera a levantar la cabeza y berrear algo. Digo yo que habiendo dos en el mostrador, nos podrían atender también a los dos, en fin, esperé que me tocara y me atendió el amigo, le digo: Mi hija esta de parto, vengo a verla, se llama, tal, tal de tal, y me dice que nones, que por no se que pollas de protección de datos, no me puede dar esa información, ¡¡¡TOCATE LOS COJONES A DOS MANOS!!!, le digo que soy su padre y que le enseño la documentación si hace falta, el tío que nanai de la China, yo empiezo a sulfurarme un poco, por lo kafkiano de la situación. A ver si soy su padre y esta de aquí es su madre, ¡Como coño que no me va a decir donde está mi hija!.

Menos mal que aún queda gente con cordura en este puto país, salió el vigilante de seguridad al oírme y me dijo que no me preocupara, me indicó donde estaban los paritorios y que preguntara allí, así de fácil, le dí las gracias y ahora no se vayan, que aún hay mas.

Subimos a donde van a parir las embarazadas, subes una escalera de hierro y en una especie de esquina con bancos también de hierro, algunos con los asientos saltados, que te pueden ensartar el culo, y las paredes con mas mierda que el rabo de una vaca suiza, vamos una sala de espera del tercer mundo.
 Había mas familias esperando noticias de sus hijas que estaban para dar a luz, en estas que sale un enfermero y le preguntamos por nuestra hija, y "Tachan-tachan", también nos sale con la puta ley de protección de datos, que nada, no nos da información de nuestra hija. Así que llamamos al padre de la criatura que estaba con ella, y así fue la única forma de poder tener noticias de ellos.

De verdad, no cabe un tonto mas.


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