El otro día
mi mujer y yo, hablábamos con otro caballa en Sevilla, de cuanto tiempo hacía
que no bajábamos, de donde nos hemos criado y de todo lo que se cuentan unos
paisanos cuando se ven.
Coincidíamos
que la Ceuta de nuestros recuerdos ya no existe, salvo en nuestros sueños. Las
calles han cambiado, las generaciones no son las mismas, los lugares y los
rincones son distintos.
La Ceuta de
nuestra memoria, ya no existe, somos extraños en nuestra propia tierra, vas
por la calle y nadie te conoce, los amigos de entonces, si queda alguno, tienen
su vida ajena a tí, te sientes un visitante a una ciudad nueva.
Compensa el
recordar los lugares donde creciste, las primeras aventuras de niño, tu antiguo
barrio, donde diste tu primer beso, tu primer trabajo y un largo etc... Y no
nos engañemos, no fueron tiempos ni mejores, ni peores, los recordamos con cariño,
pero el progreso es una máquina que arrasa con todo, al menos nos quedarán las
fotos y las anécdotas de nuestra vida, que no es poco.
Venga, un saludo a mis paisanos.
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