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lunes, 27 de noviembre de 2017

Reflexión del día. Como mandar un paquete y no morir en el intento.

Bueno, ya hace un par de semanas tuve que mandar un paquete a Ceuta y en correos no había cambio, eran diez euros con diez céntimos, total, le dejo al de la oficina veinte pavos a cuenta y luego iría a por el cambio, o sea, yo me fío de él, pero no al contrario.

Bueno no pasa nada, en el pueblo nos conocemos todos mas o menos y este al ser nuevo, pues eso, le doy un margen de confianza. Al rato vuelvo con el dinero justo y le digo que me devuelva los veinte euros que le dejé en prenda, me miró indeciso, y mi vecino Miguel que estaba allí y que también es empleado de correos se lo explicó, "Oye que te da el dinero justo, dale los veinte euros y listo", tras unos segundos de cavilación accedió a mi petición, yo le pagué sus diez euros con diez céntimos, me guardé mis veinte pavitos dobladitos en el bolsillo y aquí paz y luego gloria.

Bueno, hoy voy con cuatro paquetes, dos pequeños y dos grandes, los pequeños "no problemo", los pesa y tal y vale, luego llega el turno de los mas grandes, pone el primero en la báscula y aquello pitaba y ponía en letras colorás, "Error", lo ponía de nuevo y le daba a unas teclas y otra vez en rojo "Error", además pitaba el jodío cacharro, por que por lo visto si falla y no pita cualquier cacharro eléctrico, es que no vale para tocar los cojones, o si no, prueba a no ponerte el cinturón en un coche moderno, verás el coñazo de pitito y sus muertos del que lo inventó. Pues eso, que el tío tras llamar a Palos, preguntarles, medir el paquete, por los cuatro puntos cardinales, intentar pesarlo de nuevo con las putas letras colorás de "Error" y el correspondiente "Píiiiiii", y otra vez a medir, consultar un manual y darle al paquete como veinte vueltas, que no, que no sabe que cobrarme por mandar un puñetero paquete.
Mientras, este pobre pecador mirando con cara de pocker los tejes manejes del empleado y su azoramiento, por supuesto me callé lo que se me pasaba en ese momento por la cabeza.

Viendo que aquello no tenía visos de terminar, convirtiéndose en un bucle infernal y que además se me estaba pasando la mañana sin vender un címbel, le dije : "Oye, mira, me llevo los paquetes grandes y los convierto en cuatro pequeños y así ahorramos tiempo los dos.

Vale, yo para casa flipando mas que un cura en un puticlub. Por el camino paro en un contenedor, que al lado había una caja de cartón , para eso, poder terminar los putos paquetes. En casa corto los paquetes por la mitad y de dos grandes, hago cuatro pequeños, pongo las direcciones y tal y me dirijo otra vez a correos, al entrar había otro hombre con la pata averiada y vendada, dí los buenos días y el hombre me miro con cara de "Hay Dios, que he hecho yo para merecer esto", y según le escuché, era la tercera vez que iba a recoger un paquete o algo parecido y eso con la pata vendada, a lo que yo le dije, no sin cierta sorna: "Pues yo es la segunda que vengo hoy", el cartero me miro con cara de oler a cuerno quemado.

Total, llega mi turno y ahora si, pesa los cuatro paquetes y la puta báscula no sale con las putas letras colorás ni con el puto pitido, pago todo y otra empleada que estaba allí al oír mis sutiles referencias a la inutilidad del empleado, me dijo, "Hombre , es que es nuevo y todavía no se aclara", y yo claro le dije con la finura y el gracejo que me caracteriza: "Bah, no pasa nada , solo es un poco de humor ácido por mi parte, sin acritud ninguna", "Venga hasta otra, muy buenas".

Bueno espero que para la siguiente el recluta patoso no lo sea tanto y sepa como se manda digamos, un paquete mas grande.

Eso si, los paquetes van a su destino y lo que va dentro espero que sea del agrado de sus propietarios, salud.

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