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jueves, 15 de febrero de 2018

Reflexión del día, Auténticos.

Se han escrito ríos de tinta al respecto, incluso yo he escrito algo sobre el tema, pero bueno yo cuento mi película y que cada cual viva su vida como mas le guste.

En el mundo este de las motos, siempre estamos que si yo soy un motero auténtico y tu no, quizás por los años que llevas con moto, por la moto que tienes, cilindrada, kilómetros, marca, por como vistes, que música oyes y un largo etc. Yo, he de confesar, me incorporé a esto de las motos muy tarde, demasiado para mi gusto, el topicazo de la crisis de los cuarenta, puta casualidad, pero con veinte, ni tenía dinero, ni tampoco estaba por la labor, tirar de una familia hace que las motos estén muy al final de la lista de prioridades.

Pues eso, siempre fui un enamorado de las motos, sobre todo las custom, cuando veía las primeras Viragos o Shadows por la calle aparcadas, me paraba al lado como un bobo mirando, siempre pensaba que un día tendría una, pero claro, soñar es gratis, los años van pasando, la precariedad laboral es la que hay, te vas buscando la vida hasta que al cabo de unos cuantos años, con los chavales criados y con una estabilidad económica, por fin haces tu sueño realidad. Primero con una 125 y la convalidación esa que sacaron, sales, empiezas a conocer gente, en los foros aprendes mecánica, haces tus primeras transformaciones en la moto, empiezas a relacionarte con el mundo de los clubs. Luego pues una cosa lleva a la otra, te pillas una moto mas grande y esto es como una bola de nieve, con los años te haces un hueco en este mundo y te puedes considerar algo parecido a lo que soñabas de chaval, un motero.

Desde que tengo uso de razón, he vestido mas o menos igual, no tenía camiseta a la que no le cortara las mangas, mi fondo de armario son pantalones vaqueros y camisetas negras, no es que con la edad me haya dado por vestir de macarra, es que siempre he ido así. Con la música me pasa igual, desde los ochenta con catorce años mas o menos, hasta la fecha, he escuchado sobre todo rock y metal, con los años me he pasado también al blues, pero no lo hago por moda o para aparentar ser lo que no soy, es que me he criado con eso. Siempre he sido, como diría mi tocayo, un motero sin moto.

El problema viene cuando con cierta edad, hay quien se separa de la parienta, se pilla una Harley, se hace cuatro tatuajes y se echa a la carretera, se pone un sombrero de vaquero y unas botas de piel de serpiente, aunque en el día a día vista pantalones de pinzas, polo de esos del cocodrilo y mocasines.
A veces da vergüenza ajena ver a colegas totalmente disfrazados de algo que no son, acodados en la esquina de una barra con el gesto torcido y cara de Jhon Wayne en Rio Bravo. ¿Es esto malo?, no lo creo, cada cual va como le sale de las pelotas, pero hay cosas que chirrían, pero a veces, como me ocurrió en Rota la otra semana, mientras intentaba pegar ojo en la tienda de campaña, escuché a dos indígenas hablando de clubs y fiestas y si no fuera por que casi les hacía falta un traductor simultaneo, por lo cerrado del acento de pueblo, igual creías estar en un capítulo de Hijos de Anarquía.

Por eso me hace gracia eso de los que se auto proclaman auténticos, ¿Auténticos de qué?, yo soy yo, mis formas y mi carácter son los que tengo, si te gustan bien, si no también, pero al menos no intento aparentar lo que no soy, por que lo que ves, es lo que hay, no los fines de semana, siempre he sido así.
¿No te lo crees?, pues peor para ti. Y ante todo, ¡Larga vida al rocanrol!.

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