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viernes, 30 de septiembre de 2022

Nadie es perfecto.

 El personal que me lee, pensará que soy un engreído, que me creo perfecto, mas guapo que nadie y mas alto que Don Rodrigo en la horca, nada mas lejos de la realidad. Tengo muchos defectos, algunos muy gordos, sobre todo de unos años a esta parte me he vuelto un intransigente y salto como una chispa en pólvora seca, lo que me acarrea movidas, que igual otros dejarían pasar.


Si, soy crítico con lo que me rodea y con el personal, tengo unos cánones de comportamiento bastante añejos, es como me han educado y lo que me ha funcionado, es por eso que me tachan de facha o que estoy, como dijo alguien no hace mucho, "Anclado en el pasado", pues mira chaval, cuando llegues a mi edad, si llegas, me lo cuentas.

Soy cuadriculado y siempre digo que cuesta mas hacer las cosas mal, pues tienes que hacerlas dos veces, también obsesivamente ordenado y de ideas fijas, no entiendo la dejadez, no soporto a los guarros y me desentiendo de los borrachos o drogatas que la van liando cuando se ponen finos. Suelo decir la verdad aunque joda, pero también suelto alguna mentira, para evitar males mayores, aquello de no echar gasolina al fuego.

En fin, es un pequeño ejemplo de mi cara B, hay muchos mas, es por eso que me permito criticar a los demás, aunque rabien y hagan vudú con mis fotos, por que yo soy el primero que me critico, o si no, no haberme tocado los cojones, así no me meto con nadie.

Y de mis virtudes, pues no soy yo el que tiene que sacarlas a relucir, eso os lo dejo a vosotros, pero ante todo me considero un amigo fiel, por eso, si me la juegas, caerás en el pozo del olvido y dejarás de existir, pasen los años que pasen, así te vea rabiando en el suelo, te ignoraré.




miércoles, 28 de septiembre de 2022

Tú que tienes tantas cosas.

 No es lo que tengo, es lo que soy.


He vivido en una casa con salita y una habitación y sin cuarto de baño, para cuatro, ahora en un chalet de dos plantas y dos cuartos de baño.

He tenido un Dyane 6 de cien mil pesetas y ahora conduzco un Mercedes.

He tenido un Vespino pagado a plazos, currando durante un año, de sesenta y cinco mil pesetas, ahora conduzco una Honda.

He salido a pasear con mi novia y sólo tenía para un paquete de pipas, ahora puedo ir a restaurantes con mi mujer.

He vestido con ropa de segunda mano, donada o regalada, ahora puedo comprarme la que me gusta.

He comido arroz cocido con tomate para llegar a fin de mes, hoy me voy a comer una pata de cordero a la brasa.

En definitiva, he prosperado en la vida, mi trabajo me ha costado, no ha sido por enchufe, ni por suerte, pero en algo no he cambiado, sigo pensando igual que cuando tenía 18 ó 20 años, me gusta la misma música, el mismo tipo de coches y motos, la misma forma de vestir y sobre todas las cosas, la libertad, libertad de expresarme y decir lo que me de la gana, pues a nadie le debo pleitesía, ni tengo que lamer botas. Y eso amigo, eso no tiene precio, pocos pueden levantar la mano y decir lo mismo. Alguno me lo ha reprochado, pero se han comido un mojón.

Los bienes materiales vienen y van, tu integridad no, a un trabajador hay algo que jamás le pueden quitar, y como diría mi suegro, no te pueden quitar el orgullo. Por eso puedo ir con la cabeza bien alta y sin cambiar de acera cuando me cruzo con según quién.

¿Y tú, qué tienes tanto, eres realmente libre?...

sábado, 24 de septiembre de 2022

Capítulo 10 y epílogo


    A finales de octubre John  Balance y sus compañeros, recibieron la orden de recoger, para se relevados de la primea línea de combate por tropas de refresco y volver a la retaguardia, para tener un merecido descanso en unas posiciones relativamente mas seguras, acopiaron sus escasas pertenencias, faltaba el pelirrojo Willians, días atrás, un disparo de mortero, acabó con su vida. Una vez todo atado, se echaron las mochilas al hombro, recorrieron las miserias de la trinchera, hasta llegar lo más lejos de la primera línea y así esa noche alejarse hacia la retaguardia, aprovechando la oscuridad. Lo que quedaba de su compañía se apiñaba, para así entre todos darse algo de calor, la noche había llegado y esperaban que el sargento les diera paso para poder correr un pequeño tramo y saltar a sitio seguro, debían tener cuidado para no alertar al enemigo, y que lanzaran una bengala, lo que sería su perdición, en campo abierto y a la luz de la misma, serían una presa fácil para los francotiradores germanos.

      Jhon Balance, mientras miraba sus relucientes botas, pensaba como coño había llegado a parar a aquel infierno húmedo y demencial, se había criado cerca de un lugar llamado Coober Pedy en pleno desierto australiano, en una granja, donde subsistían a duras penas con algunas cabezas de ganado y donde la fiebre del oro, había hecho que en 1915 se descubriera un yacimiento de ópalos y los busca fortunas habían llegado de todos lados, el decidió probar suerte con su hermanos y entonces fue llamado a filas, y pasó de vivir en una zona donde las lluvias eran algo insólito, a ser llevado a un lugar donde la humedad y el barro eran un suplicio, en el momento que volviera a casa, rehacería su vida y volvería al yacimiento para intentar en un golpe de suerte, encontrar un filón de oro, o lo que era mucho mejor, de ópalos.

      En estos pensamientos estaba cavilando cuando el sargento les ordenó ponerse en pié y prepararse, los cincuenta metros que les separaban de la otra trinchera, los superarían en grupos de cuatro, hasta ponerse a salvo. En la oscuridad, solamente tenían que correr en línea recta y saltar dentro de la zanja, empezaron los cuatro primeros, salieron al exterior y como centellas corrieron hasta llegar al objetivo, varios grupos después y sin novedad, le llegó el turno al suyo, se desearon suerte, subieron por las escala y a la de tres saltaron, inmediatamente empezaron a correr, casi a ciegas, de vez en cuando el fogonazo de una lejana explosión, arrancaba algo de luz a la oscuridad, ya se veían los sacos terreros de la siguiente trinchera, otra explosión de artillería se oyó algo mas cerca, a su izquierda, de nuevo se iluminó la noche, unos veinte metros quedaban para llegar, el primero de su grupo llego al borde y saltó, ya solo cinco o seis metros le separaban de su destino, los otros tres habían saltado, vio la trinchera puso un pié en el primer saco, se preparó para saltar, entonces todo desapareció, solo llegó a oír en sus últimos segundos de vida un silbido, como de una tetera hirviendo. La mala suerte hizo que un obús de mortero del calibre 245 y de mas de seiscientos kilos de peso, impactara a escasos dos metros de él, el cráter que quedó y se puedo observar al día siguiente medía unos ocho metros de diámetro, la zona de trincheras del impacto desapareció, así como los cuatro del grupo de Jhon, de los que no se encontró nada. Por supuesto con el australiano Jhon Balance se desintegraron un par de botas, de buena factura, bien engrasadas, secas y confortables, del número 42.

 

 

 

EPÍLOGO

 

      La 1ª  Guerra Mundial estalló el 28 de julio de 1914 entre la Tripe Alianza de alemanes, austro-húngaros e italianos por un bando y la Triple Entente por otro lado, formada por ingleses, franceses y rusos, aunque por motivos coloniales y de alianzas, mas tarde Estados Unidos se unió a la contienda, e incluso canadienses, australianos y neozelandeses participaron. Según diversas fuentes aproximadamente murieron unos diez millones de combatientes, y unos seis millones quedaron mutilados, no solo el conflicto en sí causó bajas, las enfermedades, el hambre y las condiciones infrahumanas de vida en el frente se cobraron multitud de víctimas, teniendo en cuenta que no existían aún muchos de los medicamentos que conocemos hoy en día.

      El conflicto finalizó el 11 de noviembre de 1918, y se le llamó “La Primera Gran Guerra

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Capítulo 9

                                                                              9

    A las diez de la mañana la zona se había afianzado con las tropas de la alianza, tocaba la ardua tarea de limpiar y organizar, les habían dado de lo lindo a los “Fritz” esa mañana, Jhon Balance y varios de sus compañeros, en el ataque se habían topado con unos alemanes que huían a toda carrera dirección norte, escucharon en el otro sector una pisadas de botas y entonces doblaron la esquina dos sorprendidos soldados con sus Mausers, casi instintivamente, Willians un pelirrojo de Sidney había disparado al primero, que quedó muerto en el acto, el otro tenía aspecto de loco, sin posibilidades de escapar, en vez de rendirse, se había lanzado sobre ellos, John lo ensartó en el costado, Willians en el pecho y el remate se lo dio Lucas, le atravesó el cuello, saliendo la punta por la zona cervical y matando en el acto aquel alto y  medio loco alemán. Mas tarde cuando recibieron órdenes de intentar despejar la zona, Willians vio que el alemán ensartado, llevaba unas botas de buena factura, además no eran de fabricación alemana, estaban nuevas, incluso las suelas parecían casi sin desgaste, como si se hubieran estrenado hace escasos días, quedó perplejo, pero se dijo “Bah, a este salchicha de poco le van a servir”, empezó a desabrocharlas y apareció Jhon, le espetó “Ehhh, ¿Qué haces?”, “ ¿A ti que te parece?”, contestó Willians, “Pues que no veo bien que se las quites, pero si es así, entre los tres le dimos matarile, así que es de todos”, “¿Nos las jugamos a los dados?” fue la repuesta del pelirrojo, y así fue esa tarde entre bromas y cigarrillos, una partida de dados inclinó la balanza hacia Lucas, “ ¡¡Ja,ja,ja,ja que suerte tengo!! , unas botas estupendas que me he agenciado”, se quitó las suyas y para sorpresa de todos, le quedaban pequeñas, el aullido de risas de los otros dos fue apoteósico, se daban palmadas en las rodillas y casi se les saltan las lágrimas a ver la cara de beodo de Lucas, en calcetines, con rotos que le dejaban los sucios dedos al aire y mirando las relucientes botas, sabiendo que no serían suyas. “Bueno” dijo Willians, “Solo quedamos los dos, suerte compañero, pero van a ser mías, hoy la fortuna me va a sonreír”, arrojó los dados, un 3 y un 2, buff, el que se aproximara mas al 7 ganaba y el se había quedado a dos puntos, entonces John puso los dados en el huecos de sus manos, sopló dentro y dijo “Venga daditos, jugad bien para papi”, los arrojó sobre la tabla , uno se paró en el 4, el otro bailó un poco, parecía que se iba a quedar en el 1, pero en el último segundo giro y paró en el 3, Jhon dio un salto, tabla y dados salieron por los aires, y bailó burlonamente delante del estupefacto Willians, Lucas se revolcaba de la risa, Jhon se sentó de nuevo con la cara desencajada de reír y se quito sus desastrosas botas con parsimonia, para ver la cara de Willians y se calzó las nuevas, le sentaban como un guante, se las ajustó y se paseo arriba y abajo luciéndolas delante del perplejo Willians, este le dijo, “Anda siéntate y echamos otra partida, dame la revancha”, Jhon le dijo, “Lo siento pero he ganado de forma legal, nadie hablo de revanchas”, “Bueno, pero me tienes que invitar a un cigarrillo, so cabrón, que menuda suerte tienes”, dijo el pelirrojo, se sentaron a fumar y charlar, mientras en la trinchera seguían las tropas aliadas con su actividad de asentamiento. Esa noche otro soldado disfrutó del bienestar de dormir con unas botas número 42, de cuero negro bien engrasado, y lo mejor es que estaban secas y calientes, ¡¡¡Menuda suerte la suya!!!

lunes, 12 de septiembre de 2022

343 euros para ser legal.

 Pues después de un periplo de un par de meses, por fin no soy un puto delincuente, me explico por que.

Hace un porrón de años que llevo un cuelgamonos en la moto, (¿Es cómodo el cuelgamonos), la eterna pregunta, pues eso, como hijo de vecino venido a menos, a la hora de pasar la querida Iteuve, hacía como otros muchos españoles, desmontaba y ponía el manillar de origen, con la dichosa pegatina en vigor, regresaba a casa y otra vez a cambiarlo todo, amén de arriesgarte a que un duendecillo verde, te parase en la carretera y te pusiera una receta por llevar ese tan antiestético y peligroso manubrio en la moto, con el peligro para tí y el resto de mortales que circulan por la carretera, vamos, un delincuente desalmado que pone en riesgo la integridad física del resto de ciudadanos temerosos de Dios.

Pero ¡Oh la,la!, un ingeniero te firma un papel y un taller otro, pasas la itv y te dejas en el camino 343 dólares europeos y ¡Tachán, tachán!, automáticamente dejas de ser un uno por ciento y un delincuente, a ser un ciudadano ejemplar, ¡Nada ha cambiado!, el mismo manillar, el mismo cableado y los mismos espejos, pero por medio de una magia élfica, todo está correcto, nadie está en peligro y puedes circular de forma totalmente civilizada.

Que envidia de otros países, donde cumpliendo las cuatro cosas de seguridad del vehículo, frenos, luces, neumáticos, etc... puedes transformar, construir y vivir mas libre. 

Puta Comunidad Europea y sus putos líderes.

Bueno, la Flaca ya es legal.........



sábado, 10 de septiembre de 2022

Capítulo 8

 

8


      La noche fue terrible y solamente a las primeras luces del día, hubo una especie de acuerdo no tácito y la artillería enmudeció en ambos bandos, el silencio posterior era irreal, el aire helado estaba en calma y algunos bancos de niebla se extendían en tierra de nadie, asomando aquí y allá tramos de alambradas, carros destrozados, bestias y hombres muertos por igual, en una escena fantasmagórica. Por fin tendrían un día despejado, pero el frío era glacial, en las trincheras todos intentaban calentarse, bien tomando café, te o algo parecido a la sopa, el que no, fumaba y el vapor de la respiración se elevaba en el aire de la mañana. Todos sabían lo que tenían que hacer, las escalas de nuevo preparadas, las bayonetas caladas, la ropa innecesaria se dejó atrás para no dificultar la marcha, para los mas viejos era una rutina, los nuevos temblaban y miraban con ojos desencajados a un lado y a otro, alguno se orinó encima, era cuestión de minutos que recibieran la orden de ataque, un correo llegó corriendo, habló brevemente con el capitán que impartió órdenes, los suboficiales con los silbatos en la boca estaban listos para dar el aviso, entonces el capitán bajó el brazo derecho y comenzó la ofensiva, los silbatos pitaron como locos, todos arriba, a la carrera, escalando y brincando, no podían parar ni un segundo si no querían ser un blanco fácil, en el bando alemán los vigías dieron la voz de alarma, cuando observaron con estupor como una horda de soldados aliados salían a cientos de sus posiciones y corrían como posesos hacia ellos, los oficiales alertados del ataque empezaron a organizar la defensa, el caos se apoderó de las trincheras, carreras, gritos, nervios, todos se movían a sus posiciones, se sabían inferiores en número, pero las órdenes eran mantener la posición a sangre y fuego, las ametralladoras MG empezaron a barrer el campo de batalla, pero a pesar de segar vidas y miembros enemigos, no daban abasto, tenían que disparar a ráfagas cortas para no gripar el cañón , al cual tenían que envolver en paños mojados para intentar enfriarlos un poco, el ataque era monumental.

      Jhon Balance y sus compañeros corrían, saltaban, esquivaban, rodaban y hacían todo lo posible por avanzar sin ser alcanzados, aquí y allá veía a soldados parar en seco en el aire, como si hubieran chocado con un muro invisible, para caer en el mismo sitio desmadejados, destrozados por las balas o reventados por los morteros, el humo, la tierra que volaba en todas direcciones por las explosiones, los gritos de rabia, los silbidos de las balas, los cráteres de las bombas, el barro endurecido por el frío, todo en conjunto era una escena de pesadilla. Los primeros soldados estaban llegando al frente enemigo, mientras corrían, arrojaban granadas a las trincheras, se agachaban y posteriormente a la explosión saltaban, como gatos salvajes , apuñalando, disparando, pisoteando, haciendo cualquier salvajada por mantenerse con vida, no había honor ni piedad, una granada cayó en una posición de ametralladora, destrozando a tirador y servidor por igual, esto fue un acicate para que esa zona libre de disparos fuera mas accesible, los alemanes corrían en desbandada, los aliados les estaban dando una paliza tremenda, pues les superaban ampliamente en número, ya empezaban a huir a la retaguardia, y ni siquiera la orden de repeler el ataque con la artillería hizo nada por evitar la huida, a los que trataban de alcanzar sus antiguas posiciones los acribillaron por la espalda, los compañeros de Jhon recorrían las trincheras, registrando todos los huecos y refugios, eliminando los focos de resistencia y rematando a los heridos.

      Petersen y un par de compañeros corrían, su posición había sido rebasada y al ver lo que les caía encima, su única opción fue correr dirección norte, intentando salir de la trinchera por ese flanco para poder retroceder sin llamar mucho la atención, corrían los tramos en zig- zag, disparando y saltando por encima de cadáveres y heridos, un granada calló detrás y el último de los tres fue alcanzado de lleno, salió disparado, destrozado y con el uniforme quemado y humante, Petersen y su otro compañero salieron despedidos pero indemnes, el golpe de metralla lo recibió el último, y eso les salvó, aturdidos y con los oídos pitando, se pusieron de nuevo de pie, corrieron y dos tramos mas allá, al doblar un recodo, se encontraron de repente con tropas enemigas, frenaron casi en seco, por décimas de segundo todos se miraron con sorpresa, el compañero de Petersen, gritó y se abalanzó hacia el enemigo, pero un tiro de fusil casi a quemarropa, lo paró en el acto, Petersen al ver aquello saltó hacia delante en un desesperado y suicida ataque, una bayoneta le atravesó el costado, luego otra el pecho, cayó de rodillas y cuando aún le sacaban las bayonetas, un tercer soldado australiano le atravesó el cuello, muriendo de rodillas y con cara de desconcierto en aquella sucia trinchera.

 

domingo, 4 de septiembre de 2022

Capítulo 7

 

7


      John Balance y lo que quedaba de su compañía estaban a mas de cinco kilómetros de donde esta mañana se preparaban para un ataque, todo el frente, ante la visión del cloro que se le echaba encima y el bombardeo de gas mostaza, habían saltado hacia el lado occidental, corriendo por los pasillos o campo a través, para huir de la nube mortal, los pocos heridos que habían podido trasladar se retorcían de dolor en las tiendas de campaña, donde los sanitarios poca cosa podían hacer, salvo inyectar a los mas graves algo de morfina para paliar en la medida de lo posible el dolor de las terribles quemaduras, ese día cayeron por miles, y mas de la mitad de los heridos murieron ese mismo día y en los siguientes. A nada temían mas las tropas que a los gases con los que atacaba el enemigo, el cloro de los alemanes, como subproducto de los tintes de la industria textil, fue empleado con éxito, y aunque las bajas directas no eran demasiado elevadas, si lo eran los afectados y enfermos, no siendo así con el gas mostaza que al ser lanzado en obuses, quedaba en forma líquida en el suelo y se evaporaba lentamente, siendo a veces un arma de doble filo para las tropas atacantes, a los que dificultaba el ataque al quedar la zona contaminada, con el tiempo se crearon contramedidas para paliar los efectos del gas, como mascaras con filtros, y su uso no fue tan efectivo.

       El mando aliado no lo dudó un momento y aprovechando que los alemanes habían mordido mas de lo que podían tragar, planearon de forma sorpresiva una contraofensiva y en un ataque relámpago recuperar lo que el enemigo había conquistado con tan poco esfuerzo. Las tropas imperiales se encontraron que al ocupar el frente aliado, no tenían tantos efectivos como para defenderlo con garantías y la artillería en retaguardia no paraba de bombardear, para así paliar la falta de soldados en primera línea de combate, así mismo los cañones Pounder de 76 mm y 82,5 mm aliados, estuvieron todo el día y parte de la noche machacando el frente alemán, así que esa noche poco o nada descansaron ambos bandos, rezando por no tener la mala suerte de que un obús cayera en su zona de trinchera. John Balance y sus camaradas se guarecían como podían del devastador ataque alemán, arrebujados y rodeados de sacos terreros, viendo como las explosiones iluminaban la noche, como si un fotógrafo loco estuviera haciendo arder el magnesio del flash a lo grande, los silbidos de los obuses pasaban sobre sus cabezas y hacían que los mas novatos pegaran mas el cuerpo al suelo, como si pudieran fundirse con el, a los veteranos ya no les afectaba, pues sabían que era cuestión de cara o cruz de que les tocara el premio gordo. Al grupo de Balance, se habían unido un par de canadienses y unos cuantos británicos, entre bromas y cigarrillos, intentaban pasar la tormenta lo mejor que podían, pues se sabían inútiles en aquellas circunstancias y sobre todo con la noche cerrada encima, todos sabían que mañana sería un día clave y que tenían que exponerse a las ametralladoras alemanas, igual esa era su última noche de relativa tranquilidad, y el nerviosismo se palpaba en el ambiente. La barrera del idioma se saltaba con el chapurreo de alguna que otra palabra y el idioma universal de los gestos, todos sabían que tenían que guardar fuerzas e intentar descansar un poco, pero ni el hombre de nervios mas templados, sería capaz de hacerlo en aquellas circunstancias, mas de una bomba cayó cerca de su posición, arrojando astillas, tierra y barro sobre sus cabezas, el casco era imprescindible, si no querías terminar con la cabeza abierta.