Vistas de página en total

lunes, 29 de agosto de 2022

Ahora que se dispara la delincuencia.

 Ahora como veo los toros desde la barrera, y tras tres décadas en la Benemérita, me puedo permitir escribir lo que me da la gana, bueno, antes también lo hacía, pero con mas riesgo para mi pellejo, lo que nunca impidió que lo hiciera, a huevos los míos.

Leo que se dispara la delincuencia, me meo por la pata abajo, la delincuencia siempre ha estado al menos un 50% mas alta de lo que figura en las estadísticas, en los Puestos, los robos se computan como faltas de hurto, las agresiones, como falta de lesiones y así con todo, falsedad en documento público que se le viene llamando, yo nunca colaboré en tales entuertos, pero muchos de los de oficinas o encargados del "Papeleo", lo hacen de buen grado, con la consabida palmada en el lomo del jefe de turno. O sea, cuando en los medios te dicen que los delitos de tal pueblo han descendido un 15%, es mentira y de las gordas, al que acaban de sisarle en el chalé, viendo como a sus vecinos les ha pasado lo miso, se le partirán las carnes de risa al leer que la delincuencia ha bajado.

Luego está el tema de la falta de efectivos, si la ciudadanía conociera de primera mano la cantidad de guardias que patrullan en un día cualquiera, se echaría las manos a la cabeza, cacos y traficantes que están al tanto hacen su agosto particular, eso si, para la celebración del día del Pilar, tendrás lo mas florido, desfilando y entrenando varios días antes, para gastar dinero, medios y personal en tal glorioso acto institucional. Decorado de cartón piedra de cara a la galería. 

Luego está el descontento de los guardias de a pie, de los del pecho de lata, que están puteados tanto por los malos y los no tanto de fuera y sobre todo por los que portan galones o estrellas en las hombreras, salvo honrosas excepciones, no todas las mujeres en Roma eran putas. 

Cada año ven como su poder adquisitivo se va a la mierda, con una subida de sueldo irrisoria con respecto a otras policías, incluso el cuerpo hermano de la Policía Nacional gana mas. 

Si a esto le sumamos los horarios africanos y el trato vejatorio y prepotente de los jefes, amparándose en lo del carácter militar, donde cabe todo, desde un alfiler, a una ballena azul, (Y no hablo de oídas, al que diga que miento me cago en sus muertos), como decía, este cóctel explosivo hace que las ganas de complicarse la vida en una actuación o los ánimos con las que se va a trabajar sean mínimos y tan sólo la vergüenza torera de los componentes de este cuerpo, hace que esto medianamente funcione. 

Y la Agrupación de Tráfico, a la que los políticos, todos ellos, de todo signo y color, han convertido en una gallina de los huevos de oro y convertir a sus miembros en meros mercenarios, mas preocupados de su ración de denuncias y no perder la productividad, que de hacer el trabajo para el que se creó la Agrupación, ayudar a los conductores. Pues resulta que de ser una de las mejores especialidades de la Guardia Civil, se queda sin aspirantes, por las pésimas condiciones en las que curran, cuando hace mas de veinte años, el personal se daba tortas por entrar.

Y mira que no me gusta hablar del curro, pero cuando leo ciertos eslóganes y promesas, me acuerdo de todo esto y se me encienden las meninges. De verdad, el ciudadano medio no tiene ni puta idea de como está realmente el asunto de la seguridad y de los medios que hay para hacerle frente, mejor meter la cabeza en la arena cual avestruz y que piensen otros.


Muy viejo para cambiar.

 Si, muy viejo para cambiar, ya está el pescao vendío, la cama sin hacer, las ruedas gastadas, el aceite quemado, la cadena floja y el seguro caducado.

La balanza descompensada, la pared descascarillada, las manos sucias y los gayumbos con frenazo.

Las cuentas saldadas, los números rojos, en verde, la nevera llena y las facturas pagadas.

¿La familia?, ¡Bien gracias!, los amigos suficientes, conocidos muchos y enemigos mas aún.

La moto pagada, el casco y los guates gastados, los vaqueros sucios y mi bota izquierda gastada por la puntera.

Imán para tontos, gilipollas, bocachanclas, botarates y aprovechados, amigo de pocos amigos, hermano de uno, carnales ni en pintura.

Miles de odiadores y otros tantos admiradores, intercambiables, según donde sople el viento, el que ayer me escupía, hoy me abraza y viceversa.

El camino andado, mas que mediado, sé de donde provengo y creo que sé a donde voy, no he cambiado de chaqueta y mi olfato me dice que hacer, aunque a veces me ha fallado.

Mi bandera hecha jirones, mi espada mellada y la herida en mi costado, no acaba de cerrarse, mi escudo abollado y mis fuerzas no son las de antes, pero sigo en la lucha.

En definitiva, soy lo que soy, por que he vivido como he vivido.



domingo, 28 de agosto de 2022

Capítulo 6

 6


      El día 23, amaneció con algo parecido a un día soleado, de vez en cuando entre las nubes algún que otro rayo de sol se escapaba, el frente aliado bullía de actividad, aviones de reconocimiento habían observado en el bando alemán un reagrupamiento de tropas, se esperaba una gran ofensiva, todo eran carreras, se repartió munición, canadienses, australianos, británicos, franceses y estadounidenses, todos se preparaban para lo peor, órdenes en distintas lenguas se gritaban aquí y allá, durante la pasada noche el fuego de artillería de ambos bandos, había sido cadencioso pero continuo,  casi nadie había pegado ojo, tan solo los oficiales que tenían sus puestos de mando en la retaguardia bajo tierra y rodeados de sacos, habían estado a salvo de los obuses y morteros, al amanecer el fuego había dado una tregua, que ambos bandos estaban aprovechando para ordenar sus filas y prepararse para lo que estaba por venir.

       El lado alemán estaba también en alerta, se preparaban para lanzar otro ataque, dado el éxito anterior, querían seguir ganando terreno, pero hoy contaban con algo que haría retroceder al enemigo sin tener muchas bajas propias, varios depósitos de obuses de fragmentación cargados de gas mostaza habían sido trasladados esa noche a la zona de artillería, en primera línea todos llevaban mascaras de gas y unos grandes cilindros llenos de cloro esperaban ser abiertos, cuando se dio la orden, los especialistas abrieron las válvulas y una nube de color amarillo verdosa fue llevada por el viento hacia las posiciones aliadas, al mismo tiempo se dio orden de disparar los obuses.

      Los vigías aliados observaron con horror, como una nube irreal avanzaba hacia ellos, pegada al suelo, arrastrada por el aire, cundió el pánico, el soldado de infantería australiano John Balance junto a sus camaradas estaba apoyado contra la pared de la trinchera, a la espera de las órdenes del sargento de su compañía, de pronto se empezaron a oír gritos, un olor fuerte empezó a llegar a sus posiciones, los ojos fueron los primeros que empezaron a picar, en segundos la garganta escocía, y una nube de gas amarillenta y verde empezó a cubrirlos, la desbandada fue general, al mismo tiempo los obuses cargados de gas mostaza, empezaron a caer, explotaban y una sustancia semilíquida empapaba a los soldados, que no sabiendo que hacer, se escondían en los últimos y mas oscuros rincones, tapándose la boca con pañuelos, trapos o lo que tuvieran a mano, el elemento químico al evaporarse con el calor corporal quemaba la piel, el dolor era insoportable, intentaban escapar, pero la nube tóxica lo impregnaba todo y acababan cayendo entre convulsiones sufriendo una horrible muerte. Los más afortunados como el australiano John, pusieron pies en polvorosa, aún antes de que se diera la orden de retirada, aquello era el infierno en la tierra. El caos fue total, más de 3000 soldados murieron a causa de los gases, incluso la retaguardia salió despavorida, dejando todas las posiciones a merced de los alemanes, que con sus máscaras antigás avanzaron en un ataque relámpago y ocuparon rápidamente las posiciones conquistadas.

     Petersen y los soldados de su compañía penetraron en uno de los refugios, la escena era dantesca, varios soldados enemigos estaban en el suelo retorcidos, con los ojos casi fuera de las órbitas y con las caras amoratadas, toda la línea de trincheras era un inmenso matadero y mientras unos se encargaban de de vigilar los movimientos aliados, el resto se encargó de sacar de las trincheras los miles de cadáveres y rematar a los que aún daban señales de retorcerse en el suelo. Hasta pasado el mediodía no se pudieron quitar las máscaras, pues el viento reinante se llevó hacia el oeste la nube letal, casi cinco kilómetros de zona aliada había quedado a merced de los alemanes, que habían conseguido un rotundo éxito, el segundo en poco tiempo y habían afianzado sus posiciones en el campo de batalla. Ese fue un largo día, un horrible y largo día, en el que incluso los más curtidos hombres del ejército imperial alemán, habían tenido que hacer de tripas corazón, haciendo que más de uno vomitara el escaso desayuno de esa mañana

viernes, 26 de agosto de 2022

De bujarras y aparatos de cocina.

 Y es que cada vez que salgo de casa me digo, ¡A ver con que gilipollas me cruzo hoy!, ayer fueron dos.


Tenemos que cambiar el microondas y vamos al "No soy tonto" a mirar precios, luego nos pasamos por el Carrefour para comparar y de paso vemos un chisme de estos para freír sin aceite, como sólo quedaba uno y sin caja, lo echo en el carro y me dirijo al departamento correspondiente, hago cola y me toca. Mientras, observo que por allí pululaban dos mariconas de manual, uno mas chiquinino y canijo y el otro mas largo con pinta de encargado, con las correspondientes tarjetitas al cuello, señalando que eran pequeños Napoleones de su puto y mierdoso reino, me preguntaréis como lo sé, pues fácil de adivinar, gestos inequívocos y el mas alto, con las cejas depiladas, como una cabaretera. Cuando empezaron a hablar, se despejaron todas mis dudas.

Total, cuando me toca a mí, le digo que quiero ése cacharro, que no me importa que no tenga caja, entonces llega lo surrealista, me dice el canijo amanerado que no lo venden, yo pregunto que -¿Cómo que no?-, ¿Qué es lo que llevo en el carro?, me dice no se qué coña de que se vende online, y yo que por que lo tienen en exposición si no lo venden, el otro que si lo vende una empresa ajena a Carrefour, pero le digo que entonces ¿Qué hace dentro de la tienda algo que no venden ellos?, esto ya me recordaba a los diálogos de besugos de los tebeos, todo esto, regado con una buena dosis de altanería, amaneramiento y mirada de desprecio simulado y un mucho "Caballero", por su parte, como si estuvieran hablando con un pordiosero y las normas internas les obligaran a hablarme de forma educada, total, que me dice que me acompaña a enseñarme otros artilugios parecidos, yo en esos momentos estaba conteniéndome para no decir ningún exabrupto, como colofón le dije que a ver si ponían al menos un cartelito en el producto diciendo que sólo se vendía por internet y así no daba el coñazo a incautos como yo, y el pavo, volvía con la cantinela de online y su reputa madre, a esas alturas preferí dejarlo con la palabra en la boca y salir de allí raudo y veloz, por si aquello se contagiaba.

Me sentí tan fuera de lugar y en tal situación absurda, que di media vuelta y dejé el cacharro con carro y todo en un pasillo, a ver si los dos bujas lo ponen con los huevos mientras se dan porculo en uno al otro.

Algo tengo claro, a ese lugar no voy ni a coger monedas, menuda panda de subnormales y no por maricones, si no por el trato despectivo y arrogante de dos putos empleados, que seguro te juzgan mas por tus pintas que por lo que eres, de ahí, que para mí, sean unos putos maricones, con toda mi mala intención.

Total, me voy al Mediamark, a un chaval que pasaba por allí le pregunté por otro chisme que quedaba el último y a pesar de no ser su sección, me atendió de puta madre, de tal modo que lo felicité y le dije,- Te felicito tío, es un placer encontrar a gente que trata tan bien a los clientes como tú-.

Y es que al César lo que es del César.

domingo, 21 de agosto de 2022

Capítulo 5

 

5

 

   Hans Wolfgang se despertó temprano, el frío para variar era terrible pero por lo menos no llovía, las trincheras que reconquistaron a los aliados eran una mierda, apestaban y solamente la férrea disciplina hacía que los grupos de mantenimiento y zapadores, las mantuvieran más o menos en condiciones, pero había que defender como fuera esa posición, las órdenes eran muy claras, sin escusa de ningún tipo.

     Le tocaba su turno de guardia, así que se comió una lata de sardinas en aceite con algo de pan duro y ya algo rancio, se preparó, cogió el arma y se encaminó a su lugar de vigilancia, el sitio estaba algo machacado, gracias a su artillería, que días antes en un bombardeo había causado grandes daños, tanto a las tropas enemigas como a sus posiciones. Se había remendado el lugar con sacos terreros, planchas metálicas, y apuntalado todo con largueros de madera, a la espera de poder reforzar mejor el lugar. Tablones en el suelo a modo de improvisada pasarela, hacían que no se hundieran en el barro al caminar. Una enorme rata se paseaba por una esquina, cogió un piedra, la alzó lentamente y se la tiró, falló por centímetros y el animal dando chillidos se escondió tras una tabla, se adelantó unos pasos, dio una patada y la rata enseñando sus dientes y chillando salió corriendo hacia el otro lado, Hans se maldijo, “A esta hija de puta la voy a reventar”, dio un par de pasos y la rata arrinconada, intentaba subir por los sacos terreros, con la culata del fusil intentó darle un culatazo, pero el mal bicho no paraba quieto intentando subir, dio un respingo y corrió de nuevo hacia la derecha, se escondió en una lata, Hans dijo: “¡Ahí te quería ver, ya te tengo rata asquerosa!”, se plantó delante de la lata, en cuyo fondo la rata estaba acurrucada, cogió una gran piedra con ambas manos, la alzó por encima de su cabeza y “ Zasssss “, sin saber siquiera que estaba pasando, un enorme agujero se materializó de repente en su pecho, la piedra cayó de sus manos, le dio en un hombro y rebotó hacia el suelo, en ese momento el sonido del disparo llegó a sus oídos, apoyó la espalda en el fondo de la pared de tierra, se miró y vio con incredulidad como la sangre salía de su pecho a borbotones, resbaló y quedó en el suelo sentado y muerto, los compañeros se acercaron, bien agachados, sin comprender como habían podido darle, uno de ellos se fijó que había una pequeña rendija entre la plancha de hierro y los sacos, uno de ellos cogió en peso otro saco y cuidando mucho de no ponerse delante, cubrió la ranura. La rata salió de la lata, para sorpresa de todos, dio un salto y se perdió de vista corriendo por la trinchera.

    Petersen fue uno de los encargados de trasladar el cadáver de Hans, esa noche su turno de guardia fue algo más placentero, pues unas botas excelentes del nº 42, protegían sus pies del frío y la humedad.

 

viernes, 12 de agosto de 2022

Capítulo 4

 

4



    La rutina se estableció de nuevo, los turnos de guardia, los tiroteos, y en el frente aliado George Smith limpiaba su rifle Ross MK II, casi lo acariciaba, como tirador selecto había sido seleccionado para el pelotón de francotiradores, junto a su observador, el Galés Ronald, formaban un tándem perfecto, en su haber había confirmadas una treintena de bajas enemigas, el mando aliado había tenido que tomar cartas en el asunto, los germanos eran excelentes tiradores, con sus Máuser Scharfschutzen gewerh 98 y sus miras Zeiss de tres aumentos, eran temibles, normalmente cazadores Bábaros, que al principio usaban sus propios rifles de caza, sustituidos mas tarde por armas militares que en la mayoría de los casos, eran perfeccionadas y personalizadas por sus usuarios, lo que hacían de ellos los mas mortíferos y fríos asesinos en la guerra de trincheras. Los nuevos reclutas aliados, tenían la mala costumbre de asomar la cabeza para ver como era el frente alemán, y solo bastaban un par de segundos para volver abajo con un agujero en la frente del tamaño de un dedo anular y otro del tamaño de un puño en la nuca, un primer y último error de novato, otra costumbre era no encender tres cigarros con la misma cerilla, pues era sabido entre los veteranos, que al encender el primer cigarro y ser localizados por el tirador, le daba tiempo a cargar el arma, con el segundo cigarrillo apuntaba y con el tercero, te quitaba del tabaco por la vía rápida. Ronald al amparo de unos sacos terreros, observaba el frente alemán, después de una media hora adivinó que a unos 600 metros había una pequeña grieta entre los sacos y las tablas, tras la cual de vez en cuando se veía pasar la silueta de un cuerpo, se agachó lentamente y le dijo a su compatriota: “Oye, George, creo que he localizado un objetivo, no es muy claro, pero podrías tener una oportunidad de abatir a un “Fritz”, (Apodo que usaban los aliados para referirse a los germanos), “ Dame distancia y posición, a ver que podemos hacer hoy”, comentó George, Ronald, lentamente volvió a su lugar de observación, camuflado y elegido con sumo cuidado, para no ser detectado por los alemanes, “585 metros, dirección oeste, el viento es casi nulo, es justo a la derecha del tronco quemado que asoma por encima de los demás, una pequeña grieta vertical entre un saco y una plancha de hierro, de vez en cuando alguien camina por detrás”, casi a cámara lenta, George fue moviendo su rifle, lo había envuelto en trapos para que no diera ningún tipo de destello o aspecto metálico, pues se sabían observados a su vez por los observadores alemanes, tardó lo que pareció una eternidad en adoptar la posición de tiro, en su mira localizó el tronco quemado, tras unas alambradas, y efectivamente a la derecha, había una plancha de hierro rodeada de sacos terreros y justo en ese sitio había una rendija, seguramente usada como punto de observación, confiando los del otro lado que no fuera descubierta. Se mantuvo en esa posición, en su Inglaterra natal, podía pasarse horas sin moverse, a la espera de una presa, esto era lo mismo, pero con la emoción añadida de que el objetivo a batir, te podía convertir a ti en la presa, si no eras precavido y mas listo que él. 


Pasó cerca de media hora, en la cual estuvo casi apunto de disparar al ver un bulto a través de la ranura, la cual no tendría mas del ancho de una mano de canto, se relajó, sus pulsaciones bajaron, la sangre en las venas se movía lentamente, la mente se despejó y concentro todo su ser en lo que observaba por la mira telescópica, ahí estaba otra vez, una silueta que se movía detrás del parapeto, ajeno en esos momentos al tirador que oculto a unos 600 metros, lo miraba a través de un ingenio óptico, tomo aire, lo dejó escapar lentamente, el gatillo cuyo muelle había modificado para darle mas “dulzura” al disparar, empezó a ceder, de repente el tiro le pilló de sorpresa, como debía ser, la muerte en forma de una bala 280 magnun, cortó el aire y el objetivo murió de un tiro en el pecho aún antes de oír el disparo.

lunes, 8 de agosto de 2022

Capítulo 3

3

 

     13 de octubre, sobre las nueve de la noche, la ofensiva de hoy había sido todo un éxito, Hans Wolfgang, soldado del imperio alemán, sonreía y presumía ante sus camaradas, con sus relucientes botas nuevas, no podía creer su suerte, esa misma mañana había ensartado por detrás a un piojoso y sucio franchute y un disparo de su colega de regimiento Petersen, le había volado esa cabezota francófona, lo mejor es que llevaba unas botas de buena calidad y sorprendentemente, eran de su talla, el número 42, al fin pudo jubilar las suyas, que daban asco y le torturaban desde hacía semanas los pies, estas le sentaban como un guante y para colmo eran sorprendentemente cálidas y confortables.

   Había llegado al frente en agosto y llevaba en aquel lodazal casi tres meses, en aquella madriguera, cerca de la población de Picardía, el alto mando imperial se había propuesto recuperar el terreno conquistado y darle una buena lección a los aliados, compuestos de franceses, ingleses, australianos y los recientemente llegados estadounidenses. Habían recuperado esos 500 metros que les separaban del lado aliado y los habían obligado ha replegarse cerca de un kilómetro, la zona aliada estaba infectada de cadáveres, el olor era insoportable, a pesar de las bajas temperaturas. Varias cuadrillas habían recibido la orden de turnarse para sacar cadáveres del fondo de las trincheras, un trabajo penoso y agotador, algunos muertos se deshacían literalmente al cogerlos, pero a esa hora de la noche, habían logrado despejar mas o menos la posición, habían montado las ametralladoras en puntos estratégicos y organizado el avituallamiento e intendencia de las tropas, otra cosa no, pero los alemanes eran disciplinados y muy organizados, la zona alemana se caracterizaba por tener trincheras, túneles y estancias subterráneas que eran envidiadas por las fuerzas aliadas.


    Hans Wolfgang, después de su turno de guardia se preparó para pasar la noche, Los gabachos que ocuparan esa posición habían dejado en la huida algunas provisiones y Hans tuvo la suerte de encontrar en el chaquetón de uno de los fallecidos una bolsa de tabaco y encima estaba seco, así que se comió una porción de carne enlatada con unas galletas saladas, en cuestión de alimentación de campaña, los aliados se distinguían por ser mas que mediocres y sus raciones además de escasas eran pura bazofia, para colmo cuando llegaba a los soldados desde la retaguardia, normalmente en latas vacías de combustible, estaban a temperatura ambiente, es decir frías y con aspecto de emplaste para tapar grietas. Terminó su mas bien escasa pero suculenta cena y arrojó la lata por encima de la trinchera, se sentó junto a un par de camaradas encima de unas cajas vacías de munición, se lió un pitillo y ofreció tabaco a sus colegas de regimiento, tuvieron cuidado de tapar bien con la mano el fuego de la cerilla, pues en la noche y en la total oscuridad, cualquier fuente de luz era como un farol que indicaba al enemigo su posición. Hans dio una profunda calada a su cigarrillo, el tabaco era mas que aceptable, sobre todo después de estar sin suministro del mismo desde hacía un par de semanas. Los tres charlaron un rato de cómo había resultado el día, habían tenido unas cuantas bajas, pero nada comparado con la escabechina sufrida por los franceses, a los heridos enemigos los habían rematado con la bayoneta o con cuchillos, no era cuestión de malgastar munición, quedando sus cuerpos a la intemperie, bajo la lluvia, tan solo los cuervos y las ratas se alegraban de tal festín, ellos habían recogido a sus heridos y cadáveres y los habían trasladado a retaguardia. En la avanzadilla donde se encontraban ahora, el alto mando había mandado tropas de refresco, para asegurar el terreno por fin ganado y se esperaba que por lo menos en un par de días no habría más ataques de infantería, los aliados estarían lamiendo sus heridas y reagrupándose. Petersen le comentó a Hans: “Vaya buenas botas que te has agenciado amigo, y fíjate nosotros, las nuestras parece que tienen vida propia, como siga así el otoño y esto se alargue, nos van a salir aletas en los pies”, “La verdad es que son de buena factura y me han aliviado los pies una barbaridad”, contestó Hans, el otro soldado Alfred se sonrió, pero no apartaba la vista de las botas de su compañero y cierto brillo en sus ojos delataba la envidia que sentía, pues como la mayoría de las tropas, lo peor de la vida en las trincheras, era la humedad aparejada con el eterno barro y la parte del cuerpo que mas sufría con ello, eran los pies, tenerlos secos y a salvo de la humedad, era un lujo que pocos se podían permitir. Después de fumar, cada cual se acomodó como bien pudo, bajo un toldo embreado, por si volvía a llover y sobre unas tarimas para estar lejos del fondo de la trinchera, al rato roncaban, pues la jornada había sido especialmente dura, dura y sangrienta y ahora el bajón de adrenalina hacia que sus cuerpos parecieran de plomo. 

martes, 2 de agosto de 2022

Capítulo 2

 El pasado sábado no pude liarme con esto y publicar, hoy os dejo el segundo capítulo, espero que os guste, si es así, dejadme algún comentario.


2

 

 

    El 13 de octubre amaneció nublado, frío y lo que es peor, llovía, no a cántaros, sino de forma pulverizada, una fina lluvia que mas parecía una densa niebla, que gotas de agua, una maldita lluvia que calaba hasta los huesos y que hacía que la vida ya de por sí miserable y penosa de la trinchera, fuera un infierno en la tierra, los cadáveres se pudrían allí donde habían caído, enormes ratas se cebaban en ellos y algunas , sobre todo las de color marrón eran del tamaño de conejos, no había sitio, ni tiempo de enterrar a aquellos desdichados , la visibilidad era mas bien escasa, por no decir casi nula a mas de 100 metros, por lo tanto los vigías debían estar atentos, el enemigo podía pillarlos por sorpresa y cargar de forma inmediata, cogiéndolos desprevenidos, no era la primera vez que tenían que repeler un ataque sorpresa, y es que los alemanes eran muy cabezotas, de ideas fijas y si se proponían ganar terreno, no dudarían en intentarlo. Gozaban de una calma tensa y esa mañana no se había intercambiado ningún disparo, era tal la falta de luz que debía ser casi mediodía, pero nadie acertaría a saber si estaba amaneciendo o anocheciendo. 

   Todo fue repentino, en cuestión de segundos se pasó de una calma casi absoluta a un infierno de gritos y disparos, los malditos alemanes habían escogido ese día para lanzar un ataque, los vigías no daban crédito a lo que veían por los prismáticos, en medio de la densa llovizna, una multitud avanzaba hacia su posición, con las bayonetas caladas en sus fusiles Mauser, contaban con el fuego de cobertura de las ametralladoras MG, que con una cadencia de tiro aterradora, no daban aliento a las tropas aliadas. La locura estalló en la línea de trincheras, los pitidos de los silbatos y los gritos se entremezclaban, la adrenalina y el miedo casi se podían oler, Francois que estaba calentándose una lata con estofado, dio un brinco, se caló el casco de hierro y alcanzó su fusil, todo el mundo caló la bayoneta, aunque muchos en la lucha cuerpo a cuerpo, preferían una buena pala de campaña, con uno de los cantos bien afilados, mucho mas ligera y manejable que el engorroso fusil con bayoneta, incluso un buen cuchillo de monte era mas aconsejable y práctico, aunque para el alto mando, estas licencias a la hora de matar al enemigo no estaban bien vistas, pero ¡Qué coño!, ellos no estaban aquí hasta las cejas de barro, para vérselas con una horda de fusileros germanos sedientos de sangre.

 

 

 

  Todos aguardaban el ataque, los gritos se oían cada vez mas cerca y los disparos silbaban sobre sus cabezas, algunos rezaban y se agarraban el crucifijo que salía por el cuello de su jersey, otros lloraban, incluso mas de uno era presa de un temblor incontrolable, el sargento se paseaba arriba y abajo dando ánimos y arengando a sus hombres, ya se escuchaba el retumbar de muchas botas pisoteando el barro, saltando alambradas y esquivando los disparos aliados, contaban solamente con una ametralladora Vickers, que se empleaba a fondo, barriendo la ofensiva alemana, pero eran demasiados, los alemanes estaban mejor y mas equipados equipados con sus MG,s, el Mariscal de Campo Sir Douglas Haig, dijo en su momento que las ametralladoras eran armas muy sobrevaloradas, y que dos por batallón eran mas que suficientes, el malnacido se equivocaba de todas, todas, la prueba estaba en los alemanes, que hacían de su uso algo letal para el avance de las tropas. La suerte estaba echada, el sargento dio un fuerte pitido de silbato y todos saltaron en pos de la muerte o la vida, el dado estaba tirado, y todo dependía de la valía de cada uno en la lucha, nada mas empezar a subir las escalas de madera, mas de un soldado aliado, calló acribillado por los disparos alemanes, aún antes de poner un pié en el campo de batalla, el siguiente apartaba el cadáver y saltaba, aullando a voz en grito y disparando ciegamente, la trinchera se vaciaba y todos como en una locura colectiva avanzaban al trote, ya se les veía claramente la cara a los alemanes y los primeros hombres chocaron con los mas avanzados y todo se convirtió en un caos, disparos, cuerpos atravesados por las bayonetas, a la derecha de Francois un soldado contrario, pisó una mina y voló echo pedazos humantes, todos sabían las zonas infectadas de minas y trataban de evitarlas, no así los alemanes, los gritos eran salvajes, era la lucha elemental por la supervivencia, valía todo por salir entero de aquello, Francois disparó al primer enemigo que se puso delante suyo, medio hombro se desintegró y el brazo izquierdo del alemán quedo colgando de un jirón de piel, al acercarse, lo atravesó de parte a parte con la bayoneta, una vez en el suelo le puso la reluciente bota izquierda en el pecho y jaló del fusil para sacarle el arma del cuerpo, siguió corriendo, otro enemigo se le echó encima y a punto estuvo de ensartarlo, justo a tiempo se agachó y el filo de la bayoneta del Mauser casi le hace una raya en medio en la cabeza, reaccionó rápidamente y agarrando su fusil por el cañón, y con un fuerte giro, le propinó un fuerte culatazo al contrario, que hizo hundirle el cráneo y dejarlo muerto en el acto, miró a su alrededor mientras seguía avanzando y aquello era una verdadera carnicería, de los suyos iban quedando cada vez menos, las ametralladoras no daban tregua, los alemanes los superaban en número y esto unido al ataque sorpresa, había hecho mella en los aliados, casi sin aliento y viéndose perdido, siguió corriendo, con el corazón en la boca, solo tres o cuatro soldados estaban, en lo que era ya un ataque suicida, alcanzando las líneas alemanas, sin mirar atrás dio un gran salto y aterrizó dentro de la trinchera contraria, la furia lo cegaba, disparó y eliminó a otro, de repente una punzada de dolor visceral se apoderó de el, tuvo que soltar su Lebel, miró hacia abajo y un palmo de bayoneta asomaba de su estómago, comprendió que era el final, su final, de repente todo estalló y se volvió negro, un certero disparo de fusil le destrozó la cabeza, este fue el fin de Francois Giroud.