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lunes, 29 de agosto de 2022

Muy viejo para cambiar.

 Si, muy viejo para cambiar, ya está el pescao vendío, la cama sin hacer, las ruedas gastadas, el aceite quemado, la cadena floja y el seguro caducado.

La balanza descompensada, la pared descascarillada, las manos sucias y los gayumbos con frenazo.

Las cuentas saldadas, los números rojos, en verde, la nevera llena y las facturas pagadas.

¿La familia?, ¡Bien gracias!, los amigos suficientes, conocidos muchos y enemigos mas aún.

La moto pagada, el casco y los guates gastados, los vaqueros sucios y mi bota izquierda gastada por la puntera.

Imán para tontos, gilipollas, bocachanclas, botarates y aprovechados, amigo de pocos amigos, hermano de uno, carnales ni en pintura.

Miles de odiadores y otros tantos admiradores, intercambiables, según donde sople el viento, el que ayer me escupía, hoy me abraza y viceversa.

El camino andado, mas que mediado, sé de donde provengo y creo que sé a donde voy, no he cambiado de chaqueta y mi olfato me dice que hacer, aunque a veces me ha fallado.

Mi bandera hecha jirones, mi espada mellada y la herida en mi costado, no acaba de cerrarse, mi escudo abollado y mis fuerzas no son las de antes, pero sigo en la lucha.

En definitiva, soy lo que soy, por que he vivido como he vivido.



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